lunes, 9 de noviembre de 2015

VISITA AL ECOMUSEO MINERO DEL VALLE DE SAMUÑO

El viernes 23 de octubre, los alumnos y maestros de 3º de nuestro colegio, hicimos una visita al Pozu San Luis, en La Nueva (Langreo), tal vez el conjunto de arqueología minera mejor conservado de Asturias.
Para quien como nosotros no es ajeno al tema minero, fue un día estupendo, donde pudimos profundizar en algo que nos resulta familiar, y nunca  mejor dicho. Creo que no hay ninguno entre nosotros que no tenga a alguien de la familia, con parentesco más o menos cercano que no haya trabajado en la mina y por tanto nos haya hablado de ella.
Si tenemos en cuenta, por otra parte que en Pola de Laviana permanece en funcionamiento uno de los pozos-el Pozu Carrio- que contribuyó  a dar nombre a la comarca (Cuenca minera del Nalón) y aún lo sigue haciendo, no es demasiado exagerado hablar de carbón en las venas para referirnos a nuestra historia reciente.
Como habíamos preparado la visita en el aula, nada del vocabulario minero que pudimos oír, nos resultó desconocido.
Hicimos el viaje en autobús y resultó todo muy bien.
Lo primero que hicimos cuando legamos fue recoger la entrada en la Estación de El Cadavíu, donde observamos las fotografías de la minería de otro tiempo, así como las herramientas que tienen expuestas.
Luego cogimos el famoso tren minero que ya nos fue adentrando en el mundo de la mina y lo minero: paisajes, ruidos, olores…, para seguir el recorrido por la galería, con sus filtraciones de agua (los pingones), sus capas de carbón, las vías de las vagonetas y por último coger la jaula y salir al exterior.
Una vez allí, delante del castillete, la guía nos fue desgranando la función de cada elemento del núcleo minero, que pudimos completar con la visita al interior de la sala de máquinas, edificio contiguo de belleza innegable que sorprende tratándose de arquitectura industrial.
Completamos la visita con la lampistería, la casa de aseos y el lugar de las oficinas, tratando de imaginar una fila enorme de mineros yendo a cobrar su paga semanal.
El resto del tiempo en el Ecomuseo lo dedicamos a comer nuestro bocadillo, a comprar el helado de turno y a visitar, ya cada grupo con su tutor, las casas de oficios anexas: la enfermería, la carpintería, la fragua y el cobertizo donde se guardan las antiguas máquinas de vapor.
Era como si el tiempo estuviera detenido y nosotros fuéramos los encargados de darle vida y sentido. Aquella mañana fuimos mineros por un día. Tal vez por eso, nos sea permitido recordar aquí aquellos versos imperecederos de Rafael Alberti:
“De la mina salgo, amigo,
De la mina compañero.
Soy minero, barrenero
Ven conmigo.”

Y ya sin más, regresamos a casa con la sensación de que había sido un buen día, una experiencia inolvidable.


















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